viernes, 6 de diciembre de 2013

MECHELA. SEVILLA

Melinda y melinda


Hoy vamos a hacer un juego. Bueno, para ser más exacto yo voy a proponer un juego y vosotros, si estáis ahí, pues lo seguís o me mandáis a la mierda como de costumbre. Voy a plantear la reflexión sobre el último bar que he visitado desde dos perspectivas. La una va a ser a mi estilo, farragoso y sarcástico, pues como siempre, y la otra va a ser una oda a la sencillez, ya sabéis, la búsqueda de la complicidad perdida o nunca encontrada. En aquella, yo voy a dejarme llevar a base de escrituras automáticas, a base de anecdotarios y oraciones con más complementos que una niñata en rebajas; sin embargo en esta, voy a cumplir los húmedos sueños de todo aquel que me ha acribillado con frases del tipo "no se entiende un carajo" o "eres tela de petulante" o "David, por qué no te buscas otra afición", además de la maravillosa frase con la que comenzaba el comentario anónimo del Besana, "Usted debería buscarse otra profesión porque la de crítico gastronómico le queda muy grande", (Dios, si esta fuese mi profesión la llevaba clara). Amiguitos, voy a cumplir vuestros deseos y voy a hacer que se entienda mi reflexión de arriba a abajo; nada de oraciones subordinadas ¿ok? ¿Comenzamos?.

*Por cierto, decir que el restaurante del que voy a hablar se merece una reseña enorme y bien densita, pero bueno, me apetece experimentar. 

Versión "vamos al turrón".

Sábado noche, tengo jama. Paso de que me intoxiquen en el mcdonald=soy un sibarita. Tengo 20 euros y no me gusta el furbol, los pantalones del h y m, ni bebo brugal con coca cola los fines de semana de manera enfermiza, por lo que me lo gasto en cenar. Además nadie me aguanta por lo que no tengo que invitar y me lo puedo gastar directamente en mi y en mis coj... Ando por el centro de la ciudad, un centro abarrotado de gente que parece drogada por el espíritu de una navidad que cada vez llega antes. Ellos compran compulsivos y felices de haber encontrado mejores precios que el vecino, de hecho apuesto a que se creen sabios y todo. Yo no compro nada, yo me lo gasto en comer. He leído en internet que hay un bar de tapas que se llama Mechela y que merece una visita (sí, internet a veces sirve para algo más que para poner mamonadas en facebook, bajar películas piratas y jugar a videojuegos que tratan de crear una granja). Voy. Estoy acompañado de dos buenos amigos. Entramos. Bonito. Tapas a una media de 4 euros. Caro si tu expectativa de gasto en la cena es la de plato de nachos gigante por 50 céntimos; barato si dejaste los 15 años y la superpop atrás. Pequeño, acogedor, mucha gente y obligatoria reserva si se quiere uno sentar. Nosotros que no somos previsores nos sentamos en la barra y pedimos. Yo pido 3 tapas, 1 postre y dos copas de vino. Cada cosa en su orden, se entiende ¿verdad?. Primero bebo una copa de cava "Al Alba" porque aunque os suene a algo procedente de Plutón, el cava también se puede beber aunque no sea fin de año. Después bebo una copa de vino tinto "Chinchilla" de Ronda, denominación de origen exótica para todos aquellos cuyo conocimiento sobre el vino se resume en 3 palabras mágicas: Rioja, Lambrusco y tintodeverano. Ahi va:




Aperitivo por cuenta de la casa: Especie de ensaladilla con pepino y manzana. Rico y además de grati.





. Ajo blanco con gambón. Mu güeno.




. Puntillitas con huevos rotos y patatas a lo pobre. Mu grande y mu rico.




. Tajine de rabo de toro con cous cous y garbanzos. Mu moro. De arte, habe.





. Postre: Media esfera de chocolate y praliné con crema de melocotón. Excelentes notas de...ejem ejem, digo, to rico, y la jartá de chocolate, con su melocotón y sus almendritas. Postraco.


Sábado más de noche todavía. Ya no tengo jama. He cenado de escándalo. Quizás me hubieran cabido otras 4 tapas más, pero simplemente porque estoy enfermo (la famosa culebrina que dicen las viejas). Tapas grandes y muy ricas, repito MUY RICAS. Pagué 22´40 euros, ¿caro?, seguramente os lo parezca, pero que le vamos a hacer, a mi me encanta hacer el imbécil gastando mis escasos ahorros en experiencias que se me quedan grabadas de por vida. Los orgasmos siempre son caros, amiguitos.


Versión "el maravilloso mundo de las esdrújulas".


 Intrépido y rápido, como el vástago del relámpago, me descubro en formato efeméride, cíclico, órdago al fin de año, como dentro de una película localizada, qué fantástica suerte, justo en mitad del vórtice de un caótico páramo. Céntrica estampa: disfrutar cínico del típico cólico gráfico, la fábrica de crédulos drogados con el narcótico hálito del espíritu de la NÁVIDAD. Yo, melancólico trápala, colérico estúpido, hoy, nostálgico del cálido ácido lisérgico o incluso del arsénico, total... Ellos, un ejército de cómodos e insípidos héroes domésticos, pero, joder, me ganan en número y no nos engañemos, están en la cúspide de la pirámide, así que mejor me callo. Aun asi, irónica situación, tantas quejas arrojadas al olvido en cuanto se encienden los rótulos y las luminarias que anuncian la época preferida de los banquetes distópicos y las vísperas. (¡¡Esdrújulas fuera!!) Pues eso, a disfrutar de las marabuntas y a comprar besugo un 2 de diciembre para congelarlo, sí señor, así se hace.

Me camuflo en la oscuridad de una boca-calle con más mandíbulas que ángulos, aturdido por tanta luz y azorado a base de necesidades fisiológicas. De entre tanto ladrido, se distinguen matices extraños, una suerte de mordiscos de otra clase, quizás de esos que a mi me gusta regalar. Continúo el mapa de sonidos movido por la curiosidad y el ansia, hasta encontrarme con un umbral prometedor. Mechela enfrente, a los lados la sombra y el paseante extraviado y cada vez más lejos la grotesca sinfonía del consumismo; bonito bodegón. Tranquila entraña, sosegada, elegante e inspiradora. Serena a pesar de estar llena de gente. Volumen discreto, me da lo mismo si la reunión de comensales de esta noche está planeando un atentado, hablando de fabricar explosivos o ultimando el presupuesto para pagar a la dominatrix; lo hacen en el tono correcto, y yo les digo, "brindo por los buenos proyectos". Sentado en la barra, como un parroquiano aburrido de la vida, en este caso reconozco que un poco, y sin embargo lleno de ganas de empezar a probar la comida que me anhela en la cocina, sin conocerme todavía (esto sí es amor, lo demás es una trampa). Hoy, tengo la fortuna de alegrarme los sentidos con dos buenos amigos que sonríen y charlan de los avatares del destino. Pido un cava porque lo mismo necesito celebrar el fin de una época y no había dado cuenta; "Al Alba", hasta el nombre me hace un guiño, en fin, cada vez me gusta más este momento. Después pediré un tinto, denominación de origen de Ronda "Chinchilla", (¿cuánto tiempo ha de pasar para que empecemos a tomar en serio a los vinos andaluces?). Y al fin, comanda al vuelo:




Aperitivo por cuenta de la casa: Especie de ensaladilla con pepino y manzana. Lo que en otros bares se llama ensaladilla y cuesta 2 euros y medio, aquí se llama aperitivo, está más rico y no cuesta nada. Por fin le encuentro sentido a utilizar las cucharas de helado en tareas saladas (siempre me ha parecido una estafa). Matices de Dulzor, quizás prima segunda de la tradicional, pero, al fin y al cabo, eficaz para convocar al apetito. Si bien la presentación es un poco tosca, el sabor es interesante. Preludio con contenido.





. Ajo blanco con gambón. Como diría el gran Jowie, "me gusta el ajoblanco, me gusta el gambón, pues...". Equilibrio: ajo blanco suave y cremoso, aderezado con uvas y el sorprendente toque de la granada, crema fría que parece abrigar la imponente presencia de un jugosísimo gambón presentado caliente. Hay un contraste de temperaturas muy agradable. Por momentos parece que el ajo blanco sea la salsa del gambón. Por momentos parece que el gambón sea uno de los aderezos del ajo blanco (uvas, granadas, gambones, los dioses a veces son amables con nosotros). Un plato muy rico y muy generoso.




. Puntillitas con huevos rotos y patatas a lo pobre. La virtud de la sencillez, que no de la simpleza. Nos olvidamos del minimalismo, pero es que la buena gastronomía no se define en base a lugares comunes, sino a lugares especiales. ¿Por qué alguien habría de convertir este fantástico plato en una celosía asimétrica de heptaedros gaseosos, liofilizados y gelatinosos? A mi no me convencen los fuegos de artificio, si no son capaces de hacer volar una mina (estoy un poco bandarra, lo reconozco). Rompiendo tópicos absurdos, así se construye una cocina de referencia. Para mí, platazo.





. Tajine de rabo de toro con cous cous y garbanzos. Triana/Asilah, Distrito centro/Tetouan, San Lorenzo/Chef-Chaouen, Aracena/Meknes, podría seguir, pero seguro que ya ha quedado claro. Si habéis estado en Marruecos, seguro que en algún momento del viaje habéis dicho "coño, si esto parece mi barrio", pues a algo así sabe esta tapa. Aqui hay sabor hasta en los espacios en blanco. Aqui hay canela, dátiles, cous cous, zoco, regateo, placitas, atardeceres, paredes blancas, zaguanes, acequias, paseos, azahar, azafrán, estragón... Puente aéreo sin aviso. Un plato sabrosísimo que se disfruta desde el comienzo, se saborea sin pestañeo y se rebaña hasta el lacado del plato.





. Media esfera de chocolate y praliné con crema de melocotón. Uno de esos casos en los que se cumple aquella legendaria máxima de "como es mejor comer que mirar, es mejor mirar que escribir" (sí, ya sé que me podría aplicar más a menudo el cuento). Pues este bombón que parece haber engullido a todos sus amigos de la cajita, sabe más o menos como parece, sólo que no explota cuando le metes la cuchara y no pringa con chocolate caliente a los vecinos de mesa. Tras la estática pose de "sé que me deseáis", lo previsible: una belleza interior fría, que, eso sí, nos sirve para aliviar el resultado final. El toque crujiente de la almendras y el maravilloso tocado que luce elegante, helado de melocotón muy cremoso, terminan de añadir posibilidades al lienzo de sofisticada obesidad que todavía nos mira inmaculado, la magia de la fotografía (aunque lleve ya varios días en otra dimensión).


Parece que Mechela está postulándose seriamente como rookie del año en el panorama gastrónomo sevillano, pues, un año después (o similar) de su apertura, y ya tiene aforo completo en casi todos los servicios, además de coleccionar buenas opiniones. Mechela parece navegar con soltura y experiencia por las aguas de la cocina tradicional, aportando marca de la casa, sin escrúpulos respecto a la generosidad de las raciones y, parece, poco a poco afilando o afinando el contorno de su propuesta gastronómica, desprendiéndose de lo accesorio, midiendo lo excesivo etc. Y ya sea por el balón de oxígeno que me supuso en mitad de mi cólera pre-navideña, comodidad, buena dosis de sabores nuevos y panza llena, o ya sea porque últimamente estoy fasi, pues yo le doy mi voto. 

3 tapas, un postre y dos copas de vino: 22´40 euros.

Mechela. Calle Bailén 34. Sevilla.



Bueno amiguitos, espero que os haya gustado este experimento. Yo me lo he pasado muy bien. Estoy seguro que ahora pensáis que además de ser un pretencioso escribiendo, también soy un prepotente y un arrogante y, eee, pues sí, tenéis razón, pero en fin, de todo tiene que haber. De todos modos, el karma está haciendo justicia conmigo, no os preocupéis.