jueves, 30 de mayo de 2013

EDO ERGO SUM

Como, por ser un acto de libación, de ofrenda a la propia intimidad, por hacerme un eco de mimbre, una broma de paja en mitad del fuego forestal.
Como, por ser un gesto en busca de la catársis y una indiscutible forma de guerrilla poética.

Como, y por comer, atento cada día contra la condescendencia fisgona, a través de dietas descabelladas y exhibicionistas, a través de la posición aviesa y ensayada de los cubiertos sobre el mantel (amén del potencial intimidatorio de las herramientas).
Como, porque comer es pura imaginación incontinente, pulsión hecha reliquia, digestión de lo numinoso y lo salvaje.

Como para reventar mis sentidos a base de placeres y embates y animo a comer, algunas veces por el curioso encanto de compartir, y muchas otras, para entretener las bocas de los zoquetes de turno con migajas de burguer transgénica en vez de con sus habituales vainas (invito yo...)

Como por vicio, soy un perro de la gula, cofradía y bacanal, sibarita miserable, desde chico, ratero de momentos sagrados.
Como por vicio, igual que escribo, alternando la necesidad fisiológica con la inspiración precaria y presunta.
Como fuera de casa, porque no tengo ni papa de cocinar y he estado a punto de asesinar a mi amada familia varias veces, cociendo arroz Brillante.

Y ahora, tras la lección aprendida, toca contar, tras comer, mis bitácoras a contraluz, mis recuerdos gigantes, mis gigantes decepciones,
crónicas de un Bonvivant de trincheras en las mismísimas calderas de Pedro Botero.